sábado, 15 de mayo de 2010
Adabel Guerrero: "Mi miedo al casamiento lo trato en terapia"
● La vedette –¡ahora morocha!– está de novia desde hace un año y medio con Martín Lamela. “¡Es lo más!”, dice del empresario, enamoradísima.
● Y sin embargo, su triste historia personal, con un hermano en prisión y un padre casi ausente, todavía la afecta.
● Y hasta confiesa sentirse abandonada. ¡Un testimonio valiente!
En la lista de 23 jugadores que Diego Maradona entregará en estos días, a pocas semanas del Mundial de Sudáfrica, habrá más de una injusticia. ¡Es siempre así! Cada cuatro años, un futbolista destacado está obligado a seguir el campeonato desde el living de su casa. Pues bien, eso mismo le sucede a Adabel Guerrero (30). Pero, ¡¿qué tiene que ver ella con el fútbol?! Bueno, nada (botinera no es…). Pero convengamos que Bailando por un sueño es el mundial de la farándula, y Ada, una crack entre todas las vedettes. Y de los 28 famosos (¡incluido Lorenzo Lamas!) que convocó Ideas del Sur, no figura la Guerrero. ¿Cómo dice? ¿Injusticia? Tarde… Ya lo dijimos nosotros.
–¿Hay vida sin el Bailando?
–¡Sí! De hecho, muchos artistas no quieren estar en el certamen. Y sé de varias modelos que se jactan de no aceptar. “Ay, yo no tengo ese perfil”, dicen, pero en realidad no van porque no saben bailar, y se exponen al papelón.
–¿Bailando está devaluado?
–Y… podrían haber buscado chicas que bailen, pero ese nunca fue el perfil del programa: siempre se apuntó a otro lado.
–¿Por eso llamaron a tantas vedettes de Fantástica? ¿Por la polémica?
–Marcelo las busca para que le den otro color al programa. Sabemos que no bailan y se ridiculizan, porque viven del papelón. Hay gente que es talentosa en ridiculizarse, como los cómicos; aunque por ahí, no les queda otra…
–En junio entrás a Carnaval de Estrellas hasta octubre. Y para el verano, ¿ya arreglaste?
–No quise cerrar nada porque quiero pelear por mi lugar de primera vedette. Si me llama Carmen Barbieri, por ejemplo, depende a quién ponga encima mío: si va una que es un queso, digo que no; pero si pone alguien que me gusta mucho, bueno, digo que sí, que quiero estar.
–¿Con quién aceptarías estar debajo?
–¡Huy, no sé…! No te puedo contestar para no tener problemas con mis amigas (risas).
–¿Qué pasó con tu hermano, Emiliano Guerrero?
–¿Cómo te puedo explicar? No sé bien qué hace o deja de hacer. Nunca fuimos muy apegados, y tomó sus propias decisiones desde muy chico. Cada tanto me llega una noticia suya, y trato de apoyarlo y estar con él, como hice un montón de veces. Pero no puedo estar sacándalo de sus aprietos: es una persona grande que se tiene que hacer cargo de sus errores. Por eso no me metí cuando saltó que lo habían detenido. El año pasado nos encontramos, y le dije que cuente conmigo para charlar, pero no para perdime plata: soy su hermana, no su abogado. Si él elige una vida con unos códigos que no comparto, entonces no me meto cuando está con quilombos.
–¿Y cómo están las cosas con tu papá?
–Nuestra relación siempre fue esporádica, y aunque nos reencontramos hace un tiempo, y pasamos la Navidad juntos, sigue siendo así. Ni siquiera fue capaz de ir a verme al teatro en Mar del Plata, aunque viva cerca, en Mar del Tuyú. Tampoco me llamó más. Y me cansé… Como mi mamá murió hace 14 años, siento que tengo una familia pero no es convencional: es Martín (Lamela, su novio), mis perros, y mi grupo de amigos íntimos, que son cuatro, como mucho.
–Pero con ese cotexto, ¿no te dan más ganas de formar tu propia familia?
–No, al contrario, no me desespero por tener hijos porque no me creo estar preparada todavía para ser madre.
–¿No querés repetir los mismos errores que cometieron con vos?
–Claro. No quiero tenerlos para después dejarlos abandonados. Conmigo, siento que fue así…
–¿Te arrepentiste del casamiento?
–No, no me arrepentí… ¡Martín es lo más! Pero podemos esperar un poco más. Esto de la familia y el abandono también me marca como para tenerle miedo al casamiento. Toda la vida me inculcaron que el matrimonio es una cagada, y es difícil ir contra esa idea. Es un tema que estoy tratando en terapia.
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