miércoles, 3 de marzo de 2010
Nito Artaza se despidió de los escenarios para lucir su traje de senador.
Con humor y sonrisas, dijo adiós a las tablas con “Primera dama se busca” para dedicarse a su labor política. Perciavalle fue su cómplice y un ballet correntino bailó su querido “Kilómetro 11”. Florimonti, Sapag, Ritó, Guerrero y Gianola fueron su mano derecha en una obra donde la realidad se mezcló con la ficción.
Nito Artaza hizo reír a centenares de personas durante 17 años de temporada en Mar del Plata, además de los teatros porteños. Precisamente, fue en La Feliz, donde lo esperaba la despedida de las tablas para ejercer su labor política, como lo eligió la población de su provincia, Corrientes.
Fueron dos décadas de imitaciones y chistes sobre artistas y políticos, y justamente el 28 de febrero de 2010 dejó los escenarios, las pelucas y los disfraces para vestir su nuevo traje: el de senador en la renovada Cámara Alta.
Claro que en esta última función de Nito, la ficción y la realidad se mezclaron más que nunca. Durante dos décadas la política se hizo presente en cada imitación del actor y humorista que personificó a Néstor Kirchner, Carlos Menem o Saúl Ubaldini, entre tantos. Y en el adiós, las referencias al poder no podían faltar.
Fue entonces, cuando decidió incluir en su última obra -una comedia con grandes del humor como Carlos Perciavalle, Mario Sapag, Gladys Florimonte y Fabián Gianola- un cóctel de diálogos referidos a su nueva faceta en la política, donde las críticas no tardaron en aparecer.
Claro que tuvo un cómplice para cada escena de “Primera Dama Se Busca” y ese fue Perciavalle, que despotricó frases con humor contra el gobierno de turno durante toda la temporada de verano. Obviamente, siguiendo los diálogos del libreto armado para la obra, como siempre supo crear Artaza en sus trabajos artísticos que tanto hicieron reír en estos años.
Así, esta vez se permitió ser un político involucrado en una separación debido a sus reiteradas infidelidades -en la primera escena aparece en la cama con la voluptuosa amante, María Eugenia Ritó-. Su mujer, cansada de ser traicionada, decide dejarlo y la noticia llega rápidamente a los medios.
Una placa anuncia la separación del famoso político y candidato a presidente, José De Laferrere. Ante el revuelo, comienza a pensar una estrategia para enfrentar los rumores y quedar como “el bueno de la novela” para cuidar su imagen. Su asesor, Andrés (Perciavalle) le propone argumentar que él es la víctima, traicionado por su esposa que se fue con un hombre más joven y deportista, más precisamente... tenista. Y se lo dice de frente: Del Potro. Las risas de la gente entienden el guiño por el supuesto affaire de su ex, Cecilia Oviedo con Juan Martín. “Te lo tenía que decir en la última función, lo tenía guardado”, le dice Carlos mientras abraza a Nito.
Acto seguido, Andrés le propone hacer un casting en busca de una nueva Primera Dama, refinada, sofisticada como Mirtha Legrand... pero con 80 años menos. Encantado de rodearse de faldas, el candidato acepta la propuesta y recibe a las chicas. La primera belleza llega desde “Cocodrilo”, en paños menores. La segunda, se la manda la oposición y le canta las verdades en la cara mientras le dice “vas a perder”.
Preocupados por no encontrar a la candidata ideal, deciden llamar a una eterna enamorada de José, desde la época del secundario. La tercera, parece ser la vencida. No tiene curvas, posee escasa visión y mucho dinero: un personaje a la medida de Gladys Florimonte que hace descostillar de risa al público con sus disparates. Con la ilusión de conquistarlo, se acerca a José nuevamente, ella es la novia ideal para la campaña, a tal punto que deciden llamar a la prensa para anunciarles que habrá boda antes de las elecciones.
Pero queda desencantada y se va repitiéndole que jamás puso sus ojos en ella como mujer y que se siente defraudada por él. Los problemas comienzan a suscitarse entonces porque el plan se desmorona con los minutos.
Por si fuera poco, la prensa llega para conocer a la nueva mujer del candidato presidencial -Adabel Guerrero es la bella periodista Natalia Fernández que deja enbobado a Andrés y Fabián Gianola, su camarógrafo gay- pero se encuentra con situaciones desconcertantes hasta que aparece la Primera dama en escena, América Rubén Gallego Zaffaroni, una especie de “Chiqui” Legrand. Se trata de su asesor que se vistió de mujer para salvarle el pellejo una vez más a su jefe ante los medios.
América encanta a los periodistas y a la gente. Pero la amante del político -la simpática Ritó que esta vez muestra poco pero provoca las risas con su personaje hot/naif-, aparece para dejar casi al descubierto el engaño. Le prometen un lugar especial de “Primera amante” si guarda el secreto presidencial y acepta encantada.
Sin esperarlo, José De Laferrere gana las elecciones gracias a “su mujer” y el presidente derrotado (Mario Sapag) va a visitarlo para reconocer la derrota. Es entonces cuando queda al descubierto que todos los personajes se conocen gracias a los “trapitos sucios” encubiertos y ante la periodista que gracias a su trabajo había descubierto las mentiras presidenciales.
En medio de las enredos y para seguir guardando los secretos de Estado, se prometen ocultar esos “trapitos” de cada uno. La periodista le confiesa su amor al asesor de Laferrere; el presidente electo renuncia a su puesto con tal de que no se difunda que es mujeriego e infiel y confiesa su amor a su Primera amante; y el actual, que tuvo un pasado de “gatos” y trampas, termina proponiéndole una cita... al camarógrafo gay.
Como la vida misma, la obra se burla de la política y de los políticos. Grandes trabajos de inmensos actores que provocaron las risas durante las dos horas de cada función hablando de encubiertas campañas políticas, de “robo” a la gente, del Indec, de “fiestas” ocultas y más. Las ovaciones se la llevaron los personajes de Artaza, Perciavalle y Florimonte. Sapag y Gianola también se quedaron con gritos y aplausos. Y Ritó y Guerrero despertaron suspiros con sus figuras y demostraron que no son solo caras bonitas, en esta elección de actuar en lugar de bailar como vedettes.
Al finalizar la obra, Nito recibió los aplausos de pie, los homenajes de un grupo de bailarines correntinos que subieron al escenario al ritmo de la música de “Kilómetro 11”, una de las tradicionales canciones de la provincia de Artaza y una de sus preferidas. Fue así como se bajó el telón de su faceta de actor para que al día siguiente luciera su traje de senador en la Cámara Alta y siguiera con su trabajo para darle una alegría a la gente, pero no con sus simpáticas imitaciones sino con sus funciones públicas.
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